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El IEB dedica su tercer Report del año a la eficiencia energética

La eficiencia energética es una de las claves para hacer frente al cambio climático y uno de los ejes centrales de la política europea en materia de energía y competitividad de las empresas. El Instituto de Economía de Barcelona (IEB) lo analiza en su último Report, coordinado por José García-Quevedo, profesor de la Universitat de Barcelona e investigador del IEB.

El informe, que lleva por título Eficiencia energética y cambio climático, examina la eficiencia energética desde diferentes perspectivas. En primer lugar, estudia los factores determinantes y las barreras a las decisiones empresariales de inversión en eficiencia energética. En segundo lugar, examina el papel de las políticas y evalúa el impacto de las auditorías energéticas. Finalmente, trata de las recientes propuestas políticas de la Unión Europea para incrementar la eficiencia energética.

Una de las conclusiones que se desprenden del estudio es la necesidad evidente de fomentar la eficiencia energética y de redefinir las políticas públicas, atendiendo a la evolución creciente de la demanda primaria de energía que Europa está experimentado desde 2015, cuyos resultados nos alejan de los objetivos planteados.

 

¿Qué está ocurriendo con la eficiencia energética?

Es indispensable dar pasos adelante en materia de eficiencia energética, pero estos avances necesarios se están encontrando con algunas barreras. Las restricciones crediticias son claramente uno de los obstáculos a la inversión en tecnologías de ahorro energético que permitirían aumentar la eficiencia energética de los procesos de producción de las empresas.

Los investigadores han analizado el caso de Alemania, un país que se propone reducir en un 55 % la emisión de los gases de efecto invernadero (GEI) en 2030 y en un 80-95 %, ampliando las fuentes de energía renovable y reduciendo el consumo energético en un 50 % para 2050, gracias a una mayor eficiencia energética. Sin embargo, los datos están demostrando que no se está reduciendo el consumo más allá del ámbito doméstico, y ello es preocupante.

Junto a las barreras crediticias, los expertos mencionan la falta de información y de conocimientos acerca de las tecnologías disponibles de ahorro energético y de las mejores prácticas de gestión energética como otro de los elementos que están frenando los avances.

Como propuesta para poder avanzar, el informe del IEB señala que “las auditorías energéticas serían particularmente eficaces si se vincularan a una ayuda financiera (por ejemplo, préstamos con tipos de interés bajos) para la aplicación de las medidas identificadas por los auditores energéticos”. En efecto, los datos que ofrece el estudio demuestran que la subvención de auditorías energéticas en empresas pequeñas y medianas favorece la adopción de medidas de reducción del consumo energético.

 

 

 

Europa y los objetivos 20/20/20

A escala europea, las recientes directivas sobre eficiencia energética establecen como objetivo que nuestro consumo energético sea cerca de un tercio más eficiente (como mínimo un 32,5 %) para 2030, prestando especial atención al rendimiento energético en el sector de la construcción. Dicho sector es crucial para la transición hacia una energía limpia, ya que los edificios son los mayores consumidores de energía, pues representan el 40 % del consumo final de energía y el 36 % de las emisiones de GEI en Europa.

La energía primaria consumida en 2017 (últimos datos disponibles) en la Unión Europea (UE) fue un 5,3 % superior al objetivo de eficiencia energética para 2020, pues alcanzó los 1.122 Mtep (Eurostat, 2019). La demanda de energía primaria ha experimentado enormes fluctuaciones en estos últimos años, lo cual se explica, en gran medida, por la crisis económica, si bien desde 2015 se están registrando crecimientos continuos de la demanda que nos alejan de los objetivos planteados y ello exige una evaluación de las actuaciones públicas.

La fusión de los objetivos de política energética y medioambiental en una sola política que garantice lograr un crecimiento económico sostenible se tradujo en la fijación de los “objetivos 20/20/20”, recogidos en la directiva europea aprobada en 2009. Este conjunto de hitos establece una reducción del 20 % de las emisiones de GEI con respecto a los niveles de 1990, un aumento del 20 % de la cuota de las renovables en el consumo final de energía de la UE y una mejora de la eficiencia energética en un 20 %, medida como la reducción del consumo de energía primaria con respecto al escenario de partida de 2007 para el horizonte 2020.

 

Un nuevo modelo energético es indispensable

El cambio climático es una amenaza grave para las generaciones actuales y futuras. El impacto del calentamiento global ya se está manifestando y existe un consenso notable sobre la necesidad de afrontar esta situación. Para ello, es necesario un nuevo modelo energético que permita una reducción de las emisiones de GEI que sea compatible con el crecimiento económico. Aunque existen diferentes instrumentos que pueden contribuir a la transición energética necesaria para reducir las emisiones, la eficiencia energética es una de las principales herramientas para hacer frente al cambio climático y lograr conseguir un modelo sostenible.

El crecimiento demográfico (esencialmente en las áreas urbanas de las economías en vías de desarrollo) y económico mundial que se espera para los próximos años requerirá la necesidad de acceder a fuentes modernas y fiables de energía.

Por todo ello, en un contexto energético como el actual, la eficiencia energética está ganando relevancia en la estructuración y la definición de las políticas energéticas y climáticas que nos deben permitir cumplir con los objetivos de sostenibilidad que emanan del Acuerdo de París de 2015. La eficiencia energética, más allá de su contribución a la reducción de las emisiones contaminantes, permite incrementar la seguridad en el suministro, al reducir la demanda de energía, medida especialmente importante para los países dependientes energéticamente del exterior, pues reducen así su factura energética y, por ende, mejorar su saldo comercial exterior.