A lo largo de los últimos años, el concepto de pobreza energética ha ido adquiriendo mayor notoriedad en el seno de la Unión Europea. De ahí que este fenómeno se haya situado en el epicentro del debate de economistas, responsables políticos y de la sociedad en general. La voluntad unánime de defender unos derechos energéticos básicos que permitan garantizar una vida saludable y digna entre la ciudadanía ha posicionado la lucha contra la pobreza energética en la configuración del nuevo modelo energético europeo basado en la descarbonización, la sostenibilidad y el empoderamiento de los consumidores como actores claves de una transición energética justa.