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El IEB apunta los deberes pendientes de la próxima reforma del sistema de financiación autonómica tras tres años de retrasos

 · Desde principios de siglo, la competencia entre países por atraer a compañías ha rebajado el gravamen del 32% que marcaba de media en el continente en el 2000 al 23% actual
 

El Instituto de Economía de Barcelona (IEB) y la Societat Barcelonesa Amics del País  (SEBAP) han celebrado este miércoles en el Palau Macaya de Barcelona la tercera edición del Foro Fiscal, dedicado a la armonización del impuesto de sociedades en la Unión Europea. Durante la jornada, los ponentes han coincidido en señalar la unificación del impuesto como un elemento que definirá el proyecto de la Unión Europea. “Hoy contamos con 28 estados miembros y otras tantas administraciones tributarias, tipos impositivos, etc., lo que no solo dificulta la creación de un gran mercado unificado, sino que facilita la elusión fiscal por parte de las empresas”, indicaba el investigador del IEB, José María Durán.  
En su intervención, Durán ha analizado cómo los países de la UE han utilizado la política tributaria como herramienta de atracción de las empresas. “En el año 2000, el tipo nominal del impuesto de sociedades era de un 32% de media en la Unión Europea, y en el 2016 ya se situaba en un 23%”. Según el investigador, los países más agresivos en su estrategia de atracción empresarial han sido los últimos en incorporarse a la Unión, que han situado el impuesto por debajo del 20%, mientras que los 15 primeros estados miembros siguen gravando la actividad empresarial entre el 25% y el 30%.  
Para el investigador, la Unión Europea tiene ante sí el reto de coordinar a los estados miembros para consolidar una base única impositiva y establecer qué tratamientos especiales pueden ofrecer los países para atraer a las empresas sin alterar las normas del juego. 
Conflicto de competencias
Sin embargo, los investigadores coinciden en señalar que llegar a un acuerdo no será sencillo, principalmente por la cesión de competencias que supondría por parte de los estados y la pérdida de elementos de competitividad y atracción empresarial. “La armonización del impuesto de sociedades es más un conflicto entre miembros de la UE que no entre empresas y países”, señalaba el catedrático de la Universidad de Múnich y presidente del CESifo, Clemens Fuest. “Los países periféricos no renunciarán a las competencias que les permiten ser competitivos. Sin política fiscal, no tienen herramienta para atraer a compañías en igualdad de condiciones con los estados centrales del continente”.
 “No podemos moralizar sobre el hecho de que las empresas planifiquen su estrategia fiscal, porque es legal hacerlo y, de hecho, los países con impuestos bajos se aprovechan de ello. De hecho, los estudios muestran que si un estado baja el impuesto de sociedades un 10%, la inversión empresarial en el territorio sube hasta un 30%”, indicaba Fuest.  
Sin embargo, el investigador aboga por analizar cómo evitar la elusión fiscal por parte de las empresas, y uno de los mecanismos más reclamados es exigir a las empresas el pago de impuestos allí donde se crea el valor. “El problema es definir cómo definimos dónde se crea el valor: ¿donde se produce, donde se consume, donde se generan los beneficios,…?”, indicaba.  

Uno de los métodos más reivindicados por las entidades que trabajan por la armonización fiscal consistiría en que las empresas publiquen sus informes de beneficios en cada país. Fuest, en cambio, señalaba los peligros de este sistema. “Por poner un ejemplo, Volkswagen paga hoy el 80% de sus impuestos en Alemania y el 90% en Europa, pero el 40% de sus ventas son en Asia. Si hacen estos informes, países como China, la India o Japón llegarán para reclamar su parte de los beneficios, lo que iría en contra de los intereses de la Unión Europea”.