La quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas supone la emisión a la atmósfera de gases que actúan de manera similar al cristal de un invernadero, al retener el calor
del Sol e impedir que escape al espacio, incrementando con ello la temperatura de la Tierra. Este calentamiento global está provocando un cambio en el clima que constituye una grave amenaza, por las negativas consecuencias naturales, sociales y territoriales que puede generar.