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Los tipos impositivos sobre las multinacionales en la UE han caído de un 30% a un 19% en las últimas dos décadas

 – El IEB analiza la evolución de los impuestos de sociedades en Europa en el último IEB Report
– El continente presenta criterios dispares en el impuesto, con países que gravan los tipos impositivos nominales al 10% y otros que lo hacen al 35%
– Las pérdidas en recaudación por estrategias de elusión fiscal se calculan entre los 100 y los 240 mil millones de dólares al año
 
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El Instituto de Economía de Barcelona (IEB) ha publicado un nuevo IEB Report, bajo el título “Tributación, multinacionales e inversión extranjera directa”, en el que analiza la política de los países de la Unión Europea en materia de tributación de las multinacionales. Un caso que, como recuerda el investigador del IEB Jordi Jofre-Monseny en su introducción, “suscita inquietudes entre la opinión pública”, a raíz de casos como los de Apple, Google o Amazon, que “pagan una factura fiscal sorprendentemente baja en España”. La inexistencia de un impuesto único provoca estas situaciones, pero, a pesar de la disparidad en el tipo impositivo aplicado en cada país, existe una tendencia común, que es la de reducir la presión fiscal sobre las empresas. La economista Valeria Merlo (University of Tübingen) señala en su aportación como “la media del tipo impositivo nominal para el impuesto de sociedades se ha reducido desde el 30% en 1996 hasta el 19% en 2014”.
La investigadora considera que esta reducción “refleja el intento de los gobiernos nacionales de ser competitivos en un contexto de mayor movilidad del capital y de globalización de las multinacionales”.
Esta política de los gobiernos nacionales ha propiciado la reseñable rebaja de 11 puntos en el tipo impositivo en los últimos 20 años, pero también ha mantenido las grandes diferencias que existen entre los tipos fijados en cada país. “Mientras que las multinacionales se enfrentan a tipos impositivos nominales del 10% o el 12,5% en Bulgaria e Irlanda, los mismos ingresos se gravan al 35% en Malta y al 33% en Francia”, explica Merlo. 
Estas diferencias favorecerían las prácticas de deslocalización de beneficios que se traducen en que “las multinacionales pagan menos impuestos a costa de los ingresos tributarios de los países que los acogen”. Estas estrategias de elusión tienen un impacto en la recaudación del impuesto de sociedades de entre el 4% y el 10%, lo que se traduciría en una horquilla de entre 100 y 240 mil millones de dólares al año no recaudados.

Causas de la disparidad en el impuesto
En su aportación, el investigador del Institute for Advanced Studies, Simon Loretz, analiza los tipos impositivos aplicados a las empresas multinacionales. Tal y como explica Loretz, “los países de la UE ya no pueden ofrecer abiertamente condiciones especiales en materia tributaria a las empresas extranjeras, pero sí pueden introducir cambios en la definición de las bases imponibles para que la carga tributaria de las empresas con mucha movilidad sea más baja”. Estas medidas, sin embargo, no repercutirían sobre las empresas nacionales sin opción de abrir mercado en otros países, que seguirían con tipos impositivos elevados.
Loretz considera que mantener una política impositiva preferente para las empresas con mayores beneficios “puede ser óptimo en una situación con una elevada carga tributaria, pero en un entorno de menor carga fiscal puede producir mayor competencia e ineficiencia”.
El modelo norteamericano
El IEB Report cuenta también con la aportación del investigador del Banco de la Reserva Federal de San Francisco, Daniel J. Wilson, que analiza el funcionamiento de la política fiscal sobre las grandes empresas en Estados Unidos. Wilson recuerda que la presión fiscal “presenta importantes diferencias según el estado”. La primera diferencia llega en el criterio aplicado a las empresas con presencia en varios estados a través de filiales. “Algunos estados exigen que cada filial presente sus declaraciones por separado y tribute según sus beneficios en la zona; otros exigen que la compañía presente una única declaración, y, finalmente, otros dan a elegir a la empresa”.
Sea como fuere, la compañía acaba aportando una parte de sus ingresos totales a los estados en los que tiene presencia a través del sistema de “una fórmula de reparto”, que se calcula a partir de tres variables: personal, activos fijos y ventas de la empresa en cada estado.
Las políticas impositivas, junto a las deducciones por actividades e investigación y otras ventajas fiscales son claves en la repartición geográfica de las empresas en Estados Unidos. En este punto, Wilson se pregunta en su aportación si el sistema genera un modelo equilibrado. “La realidad es que la variación de las cargas tributarias para las compañías entre diferentes estados se traduce en una distribución espacial que dista de ser óptima. Si los diferentes estados armonizaran sus políticas fiscales crecería tanto el PIB como el bienestar nacional en casi un 1%”, concluye.