• Se manifiesta que un organismo estatal independiente debe elaborar las bases de datos para calcular las balanzas fiscales y que hay neutralizar los saldos
• Los profesores Ramón Barberán y Guillem López Casasnovas defienden metodologías diferentes, según cómo se imputen los ingresos y los gastos
• Núria Bosch y Marta Espasa, coordinadoras del informe, aseguran que publicar las balanzas fiscales es un ejercicio de transparencia en una democracia
El IEB Report 1/2014 está dedicado a las balanzas fiscales y ofrece diversas visiones de esta herramienta analítica que hoy centra el debate sobre la arquitectura territorial española. El informe incluye tres análisis elaborados por especialistas que presentan planteamientos complementarios sobre las balanzas fiscales, un procedimiento para calcular la diferencia entre los gastos que el gobierno central realiza en un territorio y los ingresos fiscales que obtiene.
Las contribuciones del documento las firman François Vaillancourt –profesor emérito del Departamento de Economía de la Universidad de Montreal–, Ramón Barberán –catedrático de la Universidad de Zaragoza y coautor de las balanzas fiscales del gobierno previstas para el 23 de julio 2014 junto con Ángel de la Fuente– y Guillem López i Casasnovas, catedrático de Hacienda Pública de la Universidad Pompeu Fabra.
Núria Bosch y Marta Espasa –investigadoras del IEB y profesoras de la UB– coordinan el informe y apuntan en el prólogo su convencimiento de que publicar las balanzas fiscales es ”un ejercicio de transparencia en una democracia". Bosch y Espasa dejan clara la fuerza de los aspectos metodológicos a la hora de calcular las balanzas fiscales y detallan las dos metodologías aceptadas en entornos académicos y de alcance internacional: la de carga-beneficio y de flujo monetario.
La primera imputa los ingresos al territorio donde residen las personas que finalmente soportan la carga fiscal y los gastos, al territorio donde residen los beneficiarios, independientemente de dónde se produce el servicio público resultado de la inversión. La segunda, el método de flujo monetario, imputa los ingresos al territorio donde se localiza la capacidad económica sometida a gravamen y los gastos, al territorio donde se materializan, con independencia del lugar geográfico donde se ubiquen los beneficiarios.
Metodologías para preguntas diferentes
Los métodos utilizados para calcular las balanzas fiscales condicionan el resultado y son, por tanto, objeto relevante de discusión. La contribución del profesor Vaillancourt en el informe del IEB profundiza en el planteamiento de los problemas metodológicos al calcular una balanza fiscal, como afectan a su interpretación y cómo se relacionan con otras balanzas como la comercial, la migratoria y la medioambiental, entre otras. Dos de los aspectos más relevantes de la argumentación de este académico canadiense son que un organismo estatal independiente debe elaborar las bases de datos para calcular las balanzas y que hay que neutralizar los saldos de la balanza fiscal.
Tanto Ramón Barberán como Guillem López Casasnovas defienden que no existe un único criterio metodológico posible, sino que ambos responden a necesidades diferentes y son complementarios. Ahora bien, en el informe del IEB Ramón Barberán se muestra partidario del método carga-beneficio y, en cambio, López Casasnovas plantea que cada criterio responde a preguntas diferentes y que la discusión sobre la idoneidad de un método u otro es política y no técnica.
En su defensa de la fórmula carga-beneficio Ramon Barberán apunta: ”cualquier análisis de la equidad de los efectos redistributivos interregionales ocasionados por los ingresos y gastos del gobierno central debería basarse exclusivamente en este enfoque". En cambio, Guillem López Casasnovas afirma que ”no hay una respuesta a qué enfoque es mejor. Diferentes métodos sirven diferentes propósitos y estos propósitos tienen a menudo motivaciones diferentes”.
El peso territorial
De acuerdo con la interpretación de las profesoras Núria Bosch y Marta Espasa, el enfoque carga-beneficio explica el grado de redistribución territorial implícito de la actuación presupuestaria del gobierno central, mientras que el de flujo monetario trata de contestar la pregunta de qué capacidad de gasto podría tener un territorio en favor de sus ciudadanos si, en lugar de ser financiado mediante flujos fiscales centrales, lo fuera a partir de sus propios recursos.
El enfoque que defiende el profesor Ramón Barberán se centra en quien soporta la carga tributaria y en quién se beneficia del gasto, sin que afecte qué gobierno hace la inversión y donde la lleva a cabo. En cambio, en el método de flujo monetario sí importan los territorios y, por ello, el profesor López Casasnovas afirma que ”los impuestos pagados por los ciudadanos de un territorio son poco o mucho de las instituciones que los representan en este espacio, ya que reivindican todo o parte de la soberanía tributaria de los ingresos que se recaudan”.
Práctica internacional
Núria Bosch y Marta Espasa apuntan que países como Bélgica, Canadá, Australia y los Estados Unidos trabajan con la metodología del flujo monetario, tanto en la imputación del gasto como del ingreso, y indistintamente desde instituciones independientes como gubernamentales. Las dos investigadoras del IEB son partidarias de la mayor objetividad de este método de cálculo: ”evita tener que plantear múltiples y discutidas hipótesis sobre quién soporta la carga impositiva y quién es el beneficiario del gasto, como sí que requiere el método de carga-beneficio”.