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Educación y productividad, temas estrella en el VI Workshop on Economics of Education

 
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· Los investigadores reclaman que la administración tributaria pase del control al servicio al contribuyente
 
· Los académicos advierten que la administración española no da indicadores para valorar su actuación y reivindican el funcionamiento de herramientas como el “tax gap” en países de referencia

El Cercle d’Economia ha sido el escenario de la presentación del libro ‘De nuestros impuestos y su administración’ ((Publicacions i Edicions de la UB, 2015), de los investigadores del IEB José María Durán y Alejandro Esteller, y que recoge las conclusiones del Foro Fiscal IEB 2.0. El debate ha girado alrededor de una pregunta: ¿cómo valoramos el funcionamiento de la administración tributaria? “Ya no sirven parámetros tradicionales como el fraude descubierto o el número de inspecciones realizadas. Herramientas como el ‘tax gap’ (o brecha fiscal) permiten calcular la diferencia entre el potencial de impuestos recaudados y los que finalmente se recaudan”, ha explicado el profesor Esteller, que ha recordado que muchos países de referencia ya utilizan esta medida para valorar su administración. Los ponentes han considerado que la mejora de la eficiencia de la administración tributaria debe pasar por la creación de indicadores y de un cambio de paradigma: del control y la inspección sobre al contribuyente a estar a su servicio.
Ha seguido la misma línea argumental el director del Programa per la definició d’un nou model d’Administració Tributària de Catalunya, Joan Iglesias, que ha recordado que el análisis de la administración tributaria sigue siendo un tema marginal en España, mientras que está en el día a día de la investigación en países de nuestro entorno. En este sentido, ha insistido en que el ‘tax gap’ ha servido a los países que lo han utilizado para reducir la brecha año a año. “En España no calculamos ese diferencial, por lo que no tenemos comparativas con otros modelos”.
Sobre el cambio de paradigma, Iglesias ha destacado que países con políticas económicas tan diversas como los anglosajones y lo nórdicos han coincidido en la filosofía de poner la administración tributaria al servicio del contribuyente. “Han pasado de la necesidad de descubrir al infractor a la confianza para llegar al cumplimento cooperativo. Muchos de estos países han segmentado sus contribuyentes en grupos según su predisposición a cumplir con sus obligaciones tributarias y aplican una estrategia diferente en cada caso. Así han logrado porcentajes de eficiencia superiores al 90%”.
Los tres costes de la administración
La eficiencia de la administración tributaria també ha sido motivo de discusión durante la presentación del libro. El presidente de ERCROS y catedrático de Teoría Económica de la UV, Antoni Zabalza, ha identificado tres tipos de costes de funcionamiento del sistema tributario. “El de la propia administración, que supone un 1% de la recaudación; el que se deriva de la información que debe buscar el contribuyente para conocer la leyes, la consulta a asesores fiscales, etc., que se estima entre el 4 y el 5%; y los propios costes de eficiencia. El IVA y el IRPF son inherentes a un sistema impositivo, pero hacen que el PIB del país baje”, ha recalcado.
Zabalza también ha remarcado la importancia de la política en el buen funcionamiento del sistema al considerar que “la mejor administración tributaria empieza en el Parlamento, donde se deben crear leyes simples, claras y estables”
El investigador del IEB, José María Durán también ha valorado el papel de los políticos en la gestión tributaria y ha considerado que “deben diferenciar su papel de los técnicos, que deben ser los que decidan qué se tiene que inspeccionar, qué recursos humanos hay que destinar, etc.”.
Fraude fiscal y crisis
El profesor Esteller también ha considerado que la percepción del fraude fiscal crece en tiempos de crisis, cuando la realidad es que es en tiempos de dificultad cuando más esfuerzos se hacen y cuando las estadísticas caen. “Solo nos acordamos del los efectos del fraude sobre las finanzas públicas cuando la economía va mal y habrá que ver si con la crisis se abre un nuevo paradigma en el que la población entienda que en crecimiento también debe crecer el cumplimento”.